🏷️: Autoconocimiento, Crítica social
¡Hola! ¿cómo estás hoy?
Espero que estas líneas te encuentren bien, con buena salud, y paz mental. Y si no es así, que pronto se te despejen todas las equis y las dificultades.
Yo aquí estoy, lista para hablarte de un tema que considero bastante importante, y que ojalá que a ti te resulte interesante.
La carta de hoy es la primera de una serie de 3 cartas, en las que te voy a hablar sobre nuestra relación con las emociones. Sobre gestión emocional, que le dicen.
En particular, quiero hablarte sobre cómo nos relacionamos (así, en plural generalizado) con las emociones más difíciles de aceptar; esas que tendemos a negar, reprimir, anestesiar, proyectar…: el dolor, el miedo, la vergüenza, la rabia, etc., y qué podríamos hacer para sufrir menos cuando se nos presentan, sobre todo si vienen intensas.
Otro día, en otra carta que ya está preparada, te hablaré de a qué me he dedicado en los últimos 12-13 años y por qué últimamente estoy cambiando un poco de rumbo profesional. Pero, para resumírtelo, te diré que he sido guía en procesos de auto-conocimiento y desarrollo espiritual. Sobre todo, pero no únicamente, a través de prácticas de introspección, meditación y atención plena.
Una parte secundaria pero importante de mi trabajo en todo este tiempo ha sido ayudar a otras personas a conectar de una manera sana, cariñosa y madura con su propio mundo emocional.
Dejando de lado las autocríticas y las autoexigencias sobre lo que deberían o no deberían sentir, y ayudándolas a atravesar sus experiencias emocionales con gracia, compasión y responsabilidad.
Éste es un tema que me parece especialmente importante, porque estoy convencida de que una parte considerable de los problemas globales actuales se solucionarían si todos supiésemos gestionar nuestras emociones difíciles in situ, y sin salpicar a los demás.
Sí, ya sé que es una utopía.
Y sí, soy la loca de las utopías humanistas, pero qué le voy a hacer, ¡soy neptuniana! 😉 Además, que algo sea imposible ahora no significa que no se pueda materializar con el tiempo. Por eso planto “semillitas” de consciencia, por si hay suerte y germinan algún día.
Espero que germinen en ti, si han de hacerlo, las semillas que hay en estas cartas sobre las emociones difíciles y cómo relacionarnos con ellas, de la que creo que es la mejor manera.
🌱💚🌱
Así que vamos con la primera carta. Hoy te hablaré sobre:
La (para mí) desastrosa gestión emocional que tenemos normalizada en las sociedades modernas.
Por qué creo que es especialmente importante tener una buena relación con tus emociones cuando eres una persona altamente sensible y emotiva.
Cómo describiría yo una buena relación con las emociones, y qué ventajas tiene.
Allá vamos. Prepárate, que vienen 3 cartas con curvas!
La gestión emocional around the world
En general, creo que somos bastante ignorantes emocionales. A nivel colectivo, me refiero… no te señalo a ti personalmente. Recuerda que tiendo a verlo todo en panorámico, por eso suelo generalizar bastante.
De avances tecnológicos, de robótica, computación cuántica y bioingeniería podemos alardear cuanto queramos (al menos como especie… no sé tú qué tal vas de álgebra avanzada, yo pichí-pichá… <gesto con la mano de “no muy bien”>)
Pero, sobre qué hacer cuando nos sentimos abandonados, inseguros, perdidos, avergonzados u ofendidos, sobre cómo relacionarnos con nuestra propia experiencia interna de manera sana, productiva y sin perjudicar a nadie, sobre eso no se enseña prácticamente nada en las escuelas.
O no lo suficiente, porque es remarcable el desfase que hay entre lo avanzados que estamos a nivel tecnológico-científico y lo retrasados que continuamos a nivel emocional.
Aun así, insisto, estoy generalizando. Probablemente tú no entres en ese saco, si estás leyendo esto. O no tanto.
Verás, me gustan mucho la sociología y la antropología, y una de mis aficiones es estudiar cómo se comporta la gente en otras culturas. Qué se da por sentado en otras partes, qué se considera inapropiado, y por qué.
Estudiar otras culturas me ayuda a mirar con perspectiva la mía propia y sus convencionalismos, y a liberarme de ellos.
Y una de las conclusiones que he sacado de este pasatiempo mío es que la gestión emocional del ser humano deja bastante que desear en todas partes.
La relación que se nos enseña a tener con nuestras propias emociones varía de país en país, y de generación en generación. Pero creo que es bastante mejorable en todos lados, al menos en lo que respecta a los países occidentales u occidentalizados.
Hay países en los que, tradicionalmente, las emociones más difíciles se ahogan en alcohol; otros, en los que las emociones se transforman en violencia, tanto física como psicológica; en algunos, la “muleta” emocional más utilizada es la negación, y hay otros en los que la norma es la total represión.
Lo que no he encontrado todavía entre los países civilizados es uno en el que la gente acostumbre a gestionar sus emociones de forma directa y sana (o lo que yo considero sana, claro): reconociéndolas, validándolas, y fluyendo con ellas. Pero sin ahogarse en ellas, ni dramatizar.
Como los surfistas con las olas del mar. 🏄♀️
En general me parece que, con los sentimientos y las emociones difíciles (a las que rápidamente etiquetamos de emociones “negativas”), hacemos de todo menos reconocerlas, validarlas, y dejarlas fluir con consciencia.
Lo que solemos hacer es:
✖️ Las negamos, las ignoramos, o nos engañamos a nosotros mismos sobre lo que sentimos.
✖️ Las intentamos pintar de positivismo.
✖️ Las tratamos de anestesiar con drogas, alcohol, tabaco, comida, compras, sexo…
✖️ Intentamos “pasarles la pelota” a otras personas, criticando, proyectando, culpabilizando…
✖️ Dejamos que las emociones se nos enquisten, y construimos una identidad en base a ellas.
✖️ Transformamos las emociones reprimidas en violencia, física o psicológica, hacia otros.
No digo que todo el mundo en todas partes se relacione así con su experiencia emocional, pero sí digo que no conozco aún ningún sitio en el que la manera general de afrontar las emociones difíciles no caiga dentro de alguna de las categorías de la lista.
Si tú conoces algún lugar en el que te parece que la gente, en general, se relaciona con sus emociones de forma saludable, cuéntamelo, por favor. Me encantaría saberlo. En serio.
Por qué no conviene que la plebe sea emocionalmente madura (pero a ti sí te conviene)
También te digo, que creo que en general no interesa que avancemos demasiado en inteligencia emocional. Al Sistema no le conviene, porque una población con una baja inteligencia emocional y con pobres herramientas para gestionar sus emociones es más fácilmente manipulable y controlable a través de los medios de comunicación y el resto de mecanismos de control social.
En cambio, una persona que se conoce a sí misma a ese nivel, que conoce sus puntos débiles en lo emocional, y que sabe cómo sostenerse a sí misma a través de su oleaje interior sin perder el control de sí misma, sin tomar decisiones importantes empujada por sus emociones del momento, y que sabe llevarse a sí misma de nuevo a un estado de calma tras la tormenta emocional… una persona así no es fácil de dominar.
Ni a través de la amenaza, ni del chantaje, ni de la manipulación.
Ya sólo por esto, por mantener una autonomía y no ser fácilmente manipulables, nos conviene saber relacionarnos con nuestro mundo emocional de una forma sana.
Pero si, además, somos personas altamente emotivas y sensibles, entonces el tema de desarrollar una buena relación con nuestras emociones se convierte en un asunto de vida o muerte, sin exagerar: toda emoción que no nos permitimos sentir, expresar y vivir con plena consciencia se puede enquistar, y tiende a quedarse alojada en el cuerpo, pudiendo generar enfermedades físicas (además de mentales).
Y las personas neptunianas somos especialmente propensas a somatizar nuestras emociones retenidas, sobre todo si las retenemos de forma continuada.
Para más inri, cuando eres una persona altamente sensible y empática, no sólo eres una especie de “esponja emocional” que absorbe las emociones de las personas con las que se relaciona o rodea, sino que tú mismo/a generas experiencias emocionales intensas en tu interior, sin ayuda de nadie.
Las emociones vienen de dentro y de afuera, a veces de ambas partes al mismo tiempo, y en intensidades que pueden ser bastante altas.
Las emociones aparecen o entran en nuestro cuerpo “hasta la cocina”, a menudo sin previo aviso y con fuerza, y esto requiere saber relacionarse con ellas rápido, en directo.
Si no, podemos vernos fácilmente sobrepasados/as.
Tanto si es un arrebato inesperado de ganas de llorar al escuchar un lamento de violín en el metro (subte), como si es un impulso indignado para defender a un amigo de habladurías injustas, las personas altamente emotivas nos vamos a ver atravesadas por oleadas emocionales imprevistas muy a menudo.
Porque sentir diferentes emociones a lo largo del día es humano y, si eres neptuniano/a, más aún.
Qué aspecto tiene una buena gestión emocional, y qué te aporta
Entonces, ¿qué es gestionar las propias emociones bien? ¿Qué aspecto toma una buena relación con tu propio mundo emocional?
En mi opinión, una buena relación con tus emociones se siente y se ve así:
☑️ Te das cuenta con relativa rapidez de cómo te estás sintiendo. Tus estados anímicos no te pasan desapercibidos durante días o semanas, ni tampoco los ignoras. Notas qué te pasa a nivel emocional, y no tardas en percibirlo.
☑️ Eres capaz de poner en palabras (verbalizar o escribir) lo que sientes, aun con frases sencillas como “Tengo miedo” o “Me siento frustrado”, y aunque sólo te lo expliques a ti mismo/a.
☑️ Te das permiso para sentirte tal y como te sientes, sea cual sea la causa. No te peleas contra tu sentir, no te lo reprochas, no te juzgas por lo que sientes. Aceptas tu experiencia emocional. Aceptas a tu yo emocional, a tu niño/a interior, y validas tus emociones.
☑️ Cuando el contexto es adecuado y es seguro hacerlo (porque estás a solas o en buena compañía), sabes dejar que las emociones atraviesen tu cuerpo, para que puedan expresarse físicamente y luego marcharse.
Sabes cómo dejarte sentir y expresar tus emociones a un nivel puramente corporal, sin contraerte para no sentirlas. Dejas que la experiencia física suceda, porque sabes cómo sostenerla y fluír con ella, con tu respiración, con compasión, y con paciencia.
Permites que tus emociones pasen por tu cuerpo y salgan de él (sin echarlas).
☑️ No te quedas “enganchado/a” demasiado tiempo en los estados emocionales espesos, porque sabes que necesitas un equilibrio entre permitirte atravesar los malos momentos, y proporcionarte vías de conexión con otras emociones más livianas y agradables.
Te mueves de forma fluida entre permitirte sentir las emociones incómodas1 cuando vienen, y nutrir tus emociones más cómodas o bonitas de diferentes maneras saludables, adecuadas a tus gustos y posibilidades.
☑️ Entiendes que tus emociones y tus pensamientos están íntimamente relacionados. Tratas de identificar cuándo tus emociones las has creado tú mismo/a con tus propios pensamientos e interpretaciones de las cosas que te pasan, e intentas conocerte poco a poco cada vez más a través de la observación interior.
☑️ Te responsabilizas de tu parte de responsabilidad en cómo te sientes y, sobre todo, de qué haces con ello.
☑️ Extraes un aprendizaje de cada experiencia emocional. Entiendes que cada emoción trae un mensaje personal para ti, sobre qué necesitas, qué quieres, y qué no quieres en tu vida. Sabes usar tus emociones como brújula, y entiendes su lenguaje.
¿Te ves a ti mismo/a reflejado/a en alguna (o varias) de estas habilidades?
¿Sabías que se pueden aprender y desarrollar, como sucede con todas las habilidades?
Cuanto más se acerca tu manera de vivir tus propias emociones (sobre todo las incómodas) a la lista anterior, más ganas en estabilidad y paz interior.
Y más capacidad tienes para navegar cualquier situación cotidiana potencialmente difícil: una reunión con el jefe, un conflicto con la pareja, una pérdida inesperada, un malentendido con un amigo, un disgusto con un cliente, o un desengaño contigo mismo/a, o con la vida.
Cuando tu relación con tu mundo interno emocional es sana, pase lo que pase en tu día a día, sabes cómo atravesarlo al momento, en directo, sin “salpicar” ni perjudicar a nadie, y sin necesitar ninguna “muleta” o evasión.
La emoción llega, le das la bienvenida, la sientes sin oponer resistencia, la respiras, la comprendes, tomas el mensaje que trae para ti, y ella sola se va.
Como una ráfaga de viento que llega, te despeina el cabello, y se marcha.
Sin dramas, sin arrepentimientos posteriores, sin errores de cálculo, ni enfermedades somatizadas.
Emociones llegan, emociones se van; como hacen los niños pequeños, que fluyen con sus estados emocionales, sin negarse a entrar en ellos, pero sin quedarse atrapados en ellos mucho tiempo.
Y, cuando sucede algo más grave (porque reconozcámoslo, es ley de vida que tarde o temprano pasen cosas más graves), si tu relación con tus emociones es buena, también sabes cómo vivirlo no tan mal. Lo consigues atravesar. Lo pasas mal, sí, pero no te pierdes a ti mismo/a por el camino, no se te lleva la tempestad.
Imagina qué pasaría si un árbol se empeñase de manera rígida a que sus ramas no se le movieran ni un ápice con los embates del viento, oponiéndose a dejarse mover por las tempestades: se le acabarían quebrando las ramas.
En cambio, la estabilidad del árbol es mayor precisamente porque es flexible donde debe serlo y en la medida necesaria.
Con las emociones es lo mismo: cuando tienes una buena raíz y unas ramas bien flexibles, tu tronco aguanta la sacudida de las ramas debido al viento. Paradójicamente, cuando sabes cómo sentir tus emociones y cómo dejar que éstas te remuevan por dentro, te conviertes en una persona más estable a nivel emocional.
La fortaleza emocional no pasa por no sentir emociones difíciles, sino por saber cómo hacerlo.
Y ¿cómo?
Ahora tal vez estés pensando “Ya, pero ¿cómo se hace eso? ¿Cómo se aprende a gestionar las emociones?
Y aquí no te puedo dar una receta sencilla que puedas aplicar con sólo 3 ingredientes, en 25 minutos, y sin necesidad de usar el horno.
Creo que, viniendo de donde venimos a nivel colectivo, y con la cantidad de traumas transgeneracionales que acarreamos todas las personas que estamos ahora mismo vivas sobre la Tierra, aprender a tener una buena relación con nuestras emociones es un proceso largo que a todos y todas nos requiere un gran aprendizaje, mucho ensayo y error, y paciencia.
Y, sobre todo, cuestionar todo lo que traíamos aprendido sobre qué hacer cuando nos sentimos mal.
Siento que estamos en un proceso de sanación colectiva, en el que la propuesta es que cada uno se ocupe de sanar su pequeño metro cuadrado de parcela. Apoyándose en los demás, claro, que no somos islas, sino humanos.
Yo personalmente, y por distintos motivos que coincidieron en el espacio-tiempo, tuve que hacer ese proceso de aprendizaje y deconstrucción a solas y casi sin ayuda. Probando infinidad de cosas y tomando lo que me servía de aquí y de allá.
Siempre he sido una persona muy perseverante en lo que me interesa, y lograr estar bien a nivel emocional me interesaba… mucho.
🎁 En la última carta de esta serie te contaré cómo hago yo exactamente para gestionar mis emociones in situ, en directo.
Te explicaré paso-a-paso una técnica que desarrollé yo misma, a la que llamo Abrazar la Emoción™.
(Lo del ™ es broma 😉).
Me la inventé tomando elementos de la meditación Zen, del mindfulness, y de técnicas de liberación emocional como el focusing y el tapping.
Está pensada para, a base de practicar con ella, acabar desarrollando una buena relación con las propias emociones. Como la que te describía más arriba.
Ojalá y te sirva.
Pero eso será dentro de 2 cartas; antes debo explicarte unas cuantas cosas, para que puedas comprender las bases de la técnica e interiorizarla mejor. Sin esas bases, te sería difícil seguir el paso-a-paso.
Así que todo esto viene en la próxima carta.
También te pondré algunos ejemplos de cómo gestionar las emociones MAL, con anécdotas personales para que veas que yo también soy humana (😄), y para que revises si estás utilizando alguna “muleta” emocional por no saber gestionar mejor una emoción incómoda.
Así pues, la próxima carta de esta serie viene potente. ¡No te la pierdas!
Gracias por acompañarme hasta aquí. Aprecio mucho que destines este tiempo a leerme y que me abras las puertas de tu casa interior (tu mente).
¡Nos leermos en 2 semanas!
Besos,
Clara. 🌾
Disclaimer importante: todo lo aquí expresado es tan solo una opinión personal, inevitablemente sesgada y limitada por mis experiencias vitales, mi personalidad, y la información de la que dispongo hasta este momento. Te ruego que no tomes nada de lo que digo en mis publicaciones como un consejo profesional de ningún tipo, pues no lo es, ni puede serlo.
PD: Cuéntame en los comentarios 💭 si ésta carta te ha hecho darte cuenta de algo, o lo que te apetezca contar. Me encantará saber qué piensas, y además estoy segura de que tu opinión será valiosa para otras personas que la lean.
Si no te apetece comentar pero te ha gustado lo que has leído, regálame un corazón ❤️.
Me hará saber qué tipo de temas te gustan, y también me ayudarás a crecer. 😊
PD2: Aquí tienes la 2ª entrega de esta serie:
Si te fijas, en ningún momento a lo largo de esta carta me he referido a las emociones como “positivas” o “negativas”, sino como cómodas o incómodas. Esto tiene un por qué y un para qué importantes. Te lo contaré en la siguiente carta. 😉
Desde luego, el uso del término «surfear» va a traer cola, porque has clavado el concepto… 😉
Me ha acordado, conectando con mi propio artículo (en el cual ya hemos debatido sobre esto), de Spinoza, que no solo argumentaba sobre la posibilidad de gestionar y —tratar de— controlar nuestras emociones, sino que afirmaba que, para «vencer» determinados afectos (el término bajo el que engloba —más o menos— emociones y sentimientos) había que recurrir a otros más fuertes; una suerte de un clavo que saca a otro clavo, pero más allá de los desengaños amorosos.
En este sentido, creo que tu idea de «surfear» puede ir por ahí, si bien quizá la mirada del filósofo se centraba más en nuestro conocimiento, nuestra sabiduría (acumulados con esfuerzo e introspección), como herramientas para analizar y, después, sofocar ciertas emociones.
En todo caso, es muy interesante las distintas aproximaciones y la tuya, desde luego, es muy original. Un saludo, Clara.
Me ha encantado el concepto se «surfear las emociones», Clara. ❤️
Estaré espectante a las demás entregas. 😉
Cierto es que muchas veces intentamos resistirnos o controlar nuestras emociones, lo que solo genera más tensión y conflicto interno. En cambio, cuando adoptamos una actitud más abierta y receptiva hacia lo que sentimos, podemos navegar (surfear 🏄) las situaciones difíciles con mayor claridad y serenidad. La comparación con el árbol y sus ramas es especialmente poderosa, Clara, me ha encantado el símil, ya que ilustra a la perfección cómo la verdadera fuerza y estabilidad vienen de la capacidad de adaptarse y fluir con los retos, en lugar de oponerse a ellos.
Tu enfoque y tu carta me invita a ser más consciente de la necesidad de cuidar mi salud emocional. Es algo que no tengo muy visible en mi filosofía personal 😉 y que, leyéndote, creo imprescindible.
Gracias Clara, por compartir tu sabiduría. ❤️🩹
👉 🌹