🏷️: Autoconocimiento, Crítica social
Hola, compañero/a de aventuras planetarias aquí en la Tierra. 😊
¿Cómo estás? Espero que muy bien.
…O sólo bien, sin más.
O como sea que tú estés… no te quiero imponer yo una necesidad de estar mejor de como tú estás…
Me ha quedado un saludo un poco raro, pero tiene que ver con lo que hoy traigo para compartir contigo: una anécdota sobre lo que llaman positivismo tóxico, con el que me topé el otro día en el lugar menos esperado.
En esta carta te hablaré de:
Cómo un test psicológico automatizado me hizo sentir personalmente atacada 😅,
por qué creo que no es síntoma de salud mental tratar de imponer una mirada positiva a absolutamente todas las situaciones,
y por qué pienso que el positivismo tóxico es especialmente peligroso para las personas neptunianas.
Allá voy, a ver qué sacamos en claro de todo esto…
Hace no mucho hice un test de autoevaluación psicológica para emprendedores.
El propósito del test era ayudar a las personas que tienen un emprendimiento o negocio propio a valorar hasta qué punto han logrado un equilibrio sano entre las necesidades de su negocio, sus propias necesidades personales y el resto de áreas de su vida; es decir, evaluar su bienestar a todos los niveles, incluyendo su negocio.
Porque, cuando trabajas para ti mismo/a, es muy fácil que el trabajo acabe colonizando no sólo todas las demás facetas de tu vida, sino tu propio sentido de identidad y tu autoestima.
El propósito del test me pareció muy positivo y, al estar elaborado por un equipo de psicólogos, me generó confianza y aún más curiosidad. Así que lo hice.
Y bueno... el test estaba bastante bien. Los resultados no me sorprendieron demasiado, me salió que tengo un cierto equilibrio entre mi salud/bienestar y mi trabajo (cosa que no me ha llovido del cielo, y no siempre fue así).
Algunas de las preguntas me parecieron interesantes, de esas que nos hacen reflexionar sobre aspectos en los que no habíamos reparado antes, y que nos ayudan a darnos cuenta de cosas relevantes.
👉 Te dejo un link al final de la carta, por si quieres hacer el test, por cierto.1
Pero lo que más se quedó haciendo eco dentro de mi cabeza no fueron los resultados del test, sino dos de sus preguntas en particular, por el sesgo de positivismo tóxico desde el que estaban planteadas, a mi entender.
Diría incluso que las preguntas me molestaron un poco-bastante en lo personal…
Y de ahí que esté aquí hoy, hablándote de ello, para elaborar un inicio de reflexión al respecto.
Y, con suerte, para que tú mismo/a aportes tu punto de vista sobre este tema del positivismo tóxico, que parece estar infiltrado por todas partes, sin recibir prácticamente oposición.
Las dos preguntas del test que me dejaron incómoda iban sobre mi nivel de optimismo respecto a la sociedad.
Estas preguntas formaban parte de un bloque mayor en el que se medía el nivel de bienestar general, haciendo especial hincapié en el bienestar emocional y en las relaciones interpersonales, como indicadores de salud mental general.
Todas las preguntas de ese bloque seguían la misma fórmula: estaban planteadas en forma de afirmación, por ejemplo:
“Me siento capaz de afrontar mis dificultades cotidianas.”
“Sé que soy capaz de recuperarme tras las caídas.”
Tras leer las afirmaciones, yo tenía que decir en qué medida sentía que cada frase era cierta para mí, escogiendo una respuesta en una escala que iba desde “No estoy para nada de acuerdo” hasta “Estoy totalmente de acuerdo”.
En casi todas las preguntas de ese bloque yo escogí la opción “Estoy totalmente de acuerdo” o “Bastante de acuerdo”.
Lo más relevante es que, por la manera en que estaban planteadas todas las preguntas y las posibles respuestas, se daba a entender que las respuestas del tipo “Totalmente de acuerdo” eran las más deseables o sanas, las más saludables u óptimas, en el sentido de salud mental.
Y, según iba avanzando el test, se sobreentendía que responder “No estoy para nada de acuerdo” era algo “malo”, o menos deseable u óptimo, en términos de salud mental y equilibrio emocional.
El caso es que llegué a las preguntas “peliagudas” del bloque, las que me hicieron sentir personalmente ofendida. 😄
(Parafraseo las preguntas, porque no recuerdo las palabras exactas):
”Siento que la dirección en la que va la sociedad es positiva.”
”Creo que todas las personas son fundamentalmente buenas.”
Y me quedé un poco bloqueada ante estas preguntas, porque lo que me nacía responder sinceramente a ambas era “No estoy para nada de acuerdo”. No porque piense que todas las personas son intrínsecamente malvadas o porque crea que ya viene el Apocalipsis pasado mañana, sino porque las aseveraciones eran tan sumamente (excesivamente) optimistas que no podía estar de acuerdo al 100%, sin más.
¿Tú qué respuesta habrías escogido?
Yo me sentí levemente insultada, la verdad. Y también preocupada por otras personas que hicieran el test, sin darse cuenta del sesgo positivista (tóxico, a mi parecer) que lo atravesaba. Porque el mensaje implícito que se daba a lo largo del bloque de preguntas era que cualquier respuesta que no fuera “Estoy de acuerdo” indicaba un problema de salud mental o emocional.
Y no es que esté peleada contra la posibilidad de tener un problema de salud mental, pues yo soy la primera que normaliza ese tema... ya te he contado en alguna ocasión la cantidad de años que pasé luchando para superar mis traumas infantiles, bloqueos emocionales y mis problemas de ansiedad.
Es, simplemente, que me pareció que había algo que estaba profundamente mal en ese pequeño detalle, nimio en apariencia.
Optimismo por prescripción médica
Si me preguntas directamente sobre mi nivel de optimismo respecto a la dirección en la que nos dirigimos como sociedad global, y sobre la bondad o maldad esencial del ser humano, la verdad es que pienso que la sociedad va mal encaminada en muchos sentidos, pero también veo ciertas vetas de esperanza en algunos aspectos; y no pienso que todas las personas sean fundamentalmente buenas, ni mucho menos, pero sí la mayoría: según mi experiencia subjetiva, creo que gran parte de la gente es, a grandes rasgos, “gente decente”: gente sin una mala intención expresa, y sin un nivel excesivo de egoísmo.
¿Tú cómo de optimista te consideras en estos temas?
En la próxima carta, que me está costando muchos sudores elaborar, (😅) te hablaré sobre el controvertido tema del Bien y el Mal en las personas, porque creo que éste es un tema que nos toca muy de cerca a los/as neptunianos/as.
El caso es que, como en todas las anteriores preguntas del test había respondido sinceramente que sí, que “Totalmente de acuerdo”, esas últimas preguntas me hicieron sentir, por contraposición, que mi visión del mundo y la sociedad no era una visión válida o ajustada a la realidad, sino un síntoma de mala salud mental: una señal de que lo que yo considero una opinión realista y fundada es, en realidad, un pesimismo un tanto patológico.
Y el caso es que entiendo que el optimismo, la ilusión por el futuro y la capacidad de confiar en los demás son factores muy determinantes en el nivel de bienestar general de una persona. Eso no lo niego.
Pero una cosa es el bienestar subjetivo, otra es el optimismo, y otra cosa es la salud mental.
Y no siempre tienen por qué ir juntos, concretamente si las circunstancias son muy hostiles, o no pintan nada bien.
Considero que no es síntoma de salud mental sentirse siempre y en todas las situaciones bien, independientemente de lo que esté pasando alrededor, en el contexto y las circunstancias. Por no decir que no es ni siquiera físicamente posible estar siempre bien…
Para mí, la salud mental debe tener un componente importante de adecuación a la realidad y aceptación de las cosas tal y como son.
Y sí, la salud mental también incluye una buena dosis de bienestar subjetivo y de optimismo, porque sin bienestar y sin optimismo no es posible mantener una mínima salud mental. Pero no siempre se puede ser optimista, y no siempre se puede estar bien, sin pagar el altísimo precio de alejarse de la realidad, o de negarla.
No ser siempre optimista y no estar siempre bien no es señal de mala salud mental. A menudo, es simplemente señal de que estamos viendo las cosas tal y como son (como la mierda que a veces son), y de que estamos bien ajustados a la realidad (una realidad de mierda).
(Perdón por el olor… 💩)
Si una persona con una enfermedad crónica o con un diagnóstico terminal no es optimista respecto a su situación, no es porque su salud mental no esté bien.
Si una persona, atrapada en unas circunstancias vitales muy jodidas y de imposible solución, se siente desanimada y sin esperanza, no es porque tenga un problema de salud mental. Porque, y que me perdonen las personas muy optimistas, hay cosas que no tienen solución, y que no son la muerte.
Y si una persona que es dolorosamente consciente de la catástrofe climática y humanitaria que ya se está desplegando en todo el planeta, no es muy optimista respecto al futuro, tampoco creo que sea porque tiene un problema de salud mental.
Hay muchas, muchísimas ocasiones en la vida en las que el malestar y la ausencia de esperanza son las respuestas más adecuadas a las circunstancias, las reacciones más sanas ante la realidad.
Además, para poder hacer algo por mejorar una realidad adversa, en primer lugar hay que mirarla de frente y reconocerla. No se puede arreglar ningún problema cuya existencia no se admite primero.
La aceptación como bálsamo (para el realismo más crudo)
En lo personal, mi supuesto pesimismo (?) sobre cómo estamos como sociedad en lo que respecta a los valores humanos, y respecto a la dirección en la que parece que vamos, ya no me causa tanto malestar como antes. Siento que ya no son temas que me roben el sueño y la alegría, como sí me pasaba hasta hace no muchos años.
Tampoco me hace feliz lo que veo, no estoy contenta de ver las cosas tal y como lo hago. Pero ya no se me llevan los demonios como en el pasado, ya no me dan lloreras de desesperación al ver las noticias, y ya no me dan ganas de salir al mundo a quemarlo todo con un lanzallamas cuando veo ciertos comportamientos en las personas.
Me ha costado mucho llegar a este punto, pero he conseguido aceptar las cosas tal y como son.
Acepto que, como humanidad, estamos en el punto de desarrollo de la consciencia colectiva en el que estamos, y que es lo que es.
También entiendo que la evolución colectiva es lenta, y que no se pueden esperar avances rápidos, por mucho que los necesitemos.
Y, además, comprendo que tenemos en contra muchas cosas (a todo el aparato de control de masas del Sistema, básicamente).
Acepto Lo Que Es, y no me causa tanto malestar como cuando era más joven. Si acaso, me sigue generando algo de tristeza, pero he aprendido a convivir con ella.
Lo que más me molestó de esas preguntas del test fue que daban a entender que, si no piensas que la sociedad va en una buena dirección y no crees que todas las personas sean buenas, tendrías que ir un poquito a terapia.
Esta sutilísima insinuación me recuerda un poco a la propaganda estatal de 1984, la novela distópica de Orwell, que actualmente ya se puede considerar más de no-ficción, que de ciencia-ficción.
Todo esto me molestó, fundamentalmente, porque esa manera de formular las preguntas podría perjudicar sutilmente a otras personas con la mirada menos acostumbrada que la mía a localizar los sesgos y tergiversaciones del discurso globalista imperante.
Y, lo peor de todo, es que, seguramente, los psicólogos que crearon esa batería de preguntas ni siquiera eran conscientes de su propio sesgo culturalmente interiorizado, ni de que lo estaban proyectando en el test.
Creo que la salud mental pasa por lograr un equilibrio entre el optimismo y el realismo; y, a veces, el realismo no puede convivir con el bienestar. Porque, si nos ponemos estrictamente realistas con determinadas situaciones, tanto personales como colectivas, sin mirar hacia otro lado ni justificarlas para sentirnos “menos mal”, la reacción normal y, por tanto, sana, es sentirnos mal.
El malestar es, a veces, muchas veces de hecho, síntoma de sanidad mental. No de tener ningún problema de salud mental.
Pero pareciera que conviene, por alguna razón, que la sociedad esté anestesiada o ciega ante determinados malestares.
Just saying…
El idealismo neptuniano en las relaciones
Por otra parte, y ya barriendo más para casa, quería terminar diciendo que creo que el positivismo tóxico es especialmente tóxico para las personas neptunianas, pues solemos tener, ya de por sí, una tendencia al idealismo y al exceso de compasión con los demás.
…O, mejor dicho, más que al exceso, pues creo que nunca se puede tener “demasiada” compasión, a una cierta falta de realismo respecto a los aspectos más sombríos de la naturaleza humana.
Por decirlo así, las personas neptunianas venimos equipadas con una especie de antena que nos hace conectar con más facilidad que otras personas con el sentimiento de unidad y de compasión por los demás. Lo cual nos puede llegar a jugar en contra.
Una falta de realismo o discernimiento crítico puede hacernos ver las cosas más “de color de rosa” de lo que realmente son, por aquello de mirarlo todo a través de los ojos del alma: podemos ver al mundo, a la vida, a las situaciones y al resto de personas mejores de lo que realmente son... y esto puede llegar a resultar desastroso en las relaciones interpersonales.
💡 En la próxima carta hablaré más sobre este tema, que tiene mucha tela para cortar.
Pero quería aprovechar este espacio que me das para alertarte sobre el peligro del positivismo tóxico, que casa demasiado bien con la tendencia neptuniana hacia una cierta ingenuidad o inocencia. Sin pretender ofensa ninguna, te lo digo.
Ahora, me encantaría saber tu opinión sobre el positivismo tóxico u optimismo tóxico al que me he referido en esta carta.
¿Te has visto perjudicado/a en alguna ocasión por ser demasiado optimista? ¿Crees que estabas siendo afectado/a por el discurso imperante del positivismo tóxico? Si es que sí, y te apetece contármelo, me gustaría mucho leerte.
👉 Si quieres, puedes responder a este mismo e-mail (si me lees a través del newsletter), o también puedes dejar un comentario más abajo (si me lees en la app de Substack).
En fin… por hoy ya te dejo. Muchas gracias por acompañarme en mis divagaciones hasta aquí.
Espero que mi anécdota-reflexión-queja te haya ayudado a ver señalado el positivismo tóxico allá donde te pueda estar afectando ahora mismo… porque está por todas partes.
A mí, compartirlo contigo me ha servido para sacarme de dentro la espinita que se me quedó clavada dentro tras realizar aquél test… 😅
Como siempre, nos “leemos” dentro de 2 semanas más, en sábado.
Espero que estos días los pases con optimismo, pero también con los pies en la tierra. Porque creo que ambas cosas son posibles al mismo tiempo. ¿Tú no?
Te mando muchos besos… ¡cuídate!
Clara. 🌾
Disclaimer importante: todo lo aquí expresado es tan solo una opinión personal, inevitablemente sesgada y limitada por mis experiencias vitales, mi personalidad, y la información de la que dispongo hasta este momento. Te ruego que no tomes nada de lo que digo en mis publicaciones como un consejo profesional de ningún tipo, pues no lo es, ni puede serlo.
El test “del delito”. (No, en serio, por lo demás estaba muy bien… 😉)
Es curioso, porque hay como un problema generalizado que dicotomiza realismo-optimismo, y apuesta fuertemente por lo segundo. Quiero decir que, desde esta premisa en la que se contrapone el optimismo a la realidad, no se está siendo optimista sino absolutamente pesimista. Y el optimismo es una salida fantasiosa a una realidad que se asume abrumadora sin darle siquiera la oportunidad de desenvolverse.
Creo firmemente que estar del lado de la realidad es la única manera de estar bien. Y verla como problemática al identificarla con algo hostil, sintiendo que hay que teñirla de colores pastel para habitarla, no hace sino volverla todavía más inhabitable. Considero, por experiencia propia y por lo que puedo ver a mi alrededor, que cualquier desconexión con la realidad nos carga de prejuicios y automatismos que sobrecargan nuestro ser psicológico y condenan a nuestro ser profundo u ontológico a la más absoluta ignorancia y pérdida de todo sentido, provocando unas crisis identitarias que conducen a depresiones reales, algo que va mucho más allá de la tristeza y su necesaria función de pararse a asumir los cambios a los que tenemos que ir adaptándonos inevitablemente.
Concuerdo en gran parte contigo, a mí la psicología positiva siempre me ha resultado... equivocada. Puedo entender que puede ser útil en determinado momento y en función de las personas, pero no es sostenible seguir extendiendo el dualismo en ninguna de sus dos vertientes porque como siempre digo, supone mutilar una parte de lo existente. Y estar peleadas con lo que hay significa pelearnos también con lo que somos.
Hola Clara, ya habías anunciado este post hace unos días. Ahora con los últimos acontecimientos… muy apropiado, no se si tu opinión habrá cambiado a mejor o peor en cuanto a la sociedad.
Como persona de marketing, efectivamente el sesgo positivo o ese optimismo impuesto es una realidad, y es verdad que a veces puede ser bueno pero en otras… quizá no tanto y hace daño, evitar pensar sobre la realidad real. Muy buen post, en cualquier caso, para tenerlo presente en todo lo que leamos y escuchemos también estos días.