Invocar a la Naturaleza entre asfalto y hormigón
Una compilación de herramientas para conectar con la energía de la Tierra en entornos urbanos.
🏷️: Autocuidado, Slow-life
“Cartas desde Neptuno” es una correspondencia íntima entre personas neptunianas (altamente sensibles, empáticas e idealistas) buscando nuestra peculiar forma de encajar en este mundo.
En estas cartas te comparto herramientas y reflexiones que he recopilado en mi búsqueda de realización personal y espiritual, con la esperanza de facilitarte tu camino. Porque, caminando juntos, llegaremos más lejos.
Gracias por leerme,
- Clara. 🌾
Hola, mi querido/a neptuniano/a. 😊 ¿Cómo estás?
Hoy vengo con una carta que se podría considerar una continuación o anexo a otra que te escribí hace ya un tiempo, llamada “Si tuviese que volver a la ciudad”. ¿Te acuerdas? En ella te contaba las cosas que yo haría para vivir una vida más o menos tranquila y agradable si tuviera que volver a vivir en una ciudad, como ya hice cuando era joven —más joven 😄—, a pesar de tener alta sensibilidad.
Cuando escribí aquella carta, se me quedó en el tintero comentarte un tema que también está relacionado con las dificultades que comporta el vivir en una gran ciudad para una persona que es altamente sensible: la necesidad (insatisfecha) de Naturaleza.
Sinceramente, creo que todos los seres humanos, lo sepamos o no, necesitamos estar conectados con la Naturaleza para mantenernos saludables a todos los niveles; pero mi experiencia me dice que esta necesidad se siente mucho más intensa para las personas con alta sensibilidad. Este anhelo es algo que difícilmente podemos obviar, ignorar, o posponer indefinidamente. Supongo que porque, como con todo lo demás, la falta de contacto con el mundo natural es otro de esos aspectos insanos de nuestras sociedades modernas que las personas altamente sensibles acusamos más que el resto. No porque para los demás sea saludable vivir totalmente desconectados de la Naturaleza, sino porque ellos/as, para bien o para mal, pueden aguantar más y durante más tiempo lo que no es sano para nadie.
Hace unos 10 años, durante un tiempo estuve estudiando por mi cuenta y practicando la ecoterapia1, una vía alternativa de sanación y autoconocimiento que casaba a la perfección con mi formación en terapia transpersonal, y con mis gustos e inclinaciones naturales.
Las personas que acudían a aquellos talleres solían quedar muy contentas con las experiencias pero, de entre todas ellas, las que tenían alta sensibilidad eran siempre las que quedaban más tocadas o conmovidas, aliviadas y liberadas. Lo notaba en sus caras, en su lenguaje corporal. Al conectar profunda y conscientemente con la Naturaleza, sus rostros, sus cuerpos y su energía se transformaban: era como si se quitaran un enorme peso de encima, y rellenasen sus baterías. Se marchaban a casa siempre con una mezcla de alivio y maravilla en la cara.
Mi impresión era que el impacto que aquellos talleres tenían en ellas era remarcablemente mayor que en el resto de personas. Y creo que ellas achacaban gran parte de ese alivio y recarga energética al propio taller de ecoterapia, pero se equivocaban. El mérito no era mío. Era de Gaia2, de la Naturaleza.
En aquella época ya vivía en el campo, en la pequeña isla de Menorca por aquél entonces, y solía realizar breves escapadas a Madrid.
El contraste entre salir de casa rodeada de prados verdes, subirme a un pequeño avión que despegaba casi al lado de mi casa, y bajarme de él una hora después en la Terminal 1 del aeropuerto de Barajas… era bastante surrealista, la verdad. Era poner un pie en suelo peninsular, y verme arrollada por el ruido ensordecedor, las luces, los carteles, los pitidos, la megafonía, la gente corriendo de aquí para allá… el caos sensorial se me echaba encima cuando yo aún no había ni terminado de digerir el desayuno. Desayuno que me había tomado tan sólo un par de horas antes en mi silenciosa casita de campo, de madrugada, con mi gato en el regazo, mientras escuchaba a los gallos lejanos rasgar el silencio de la noche, y observaba los destellos hipnóticos del faro que había a poca distancia de mi casa.
Recuerdo que mis breves visitas a Madrid se sentían siempre como un sueño, o como algo irreal. Me movía por la ciudad envuelta en una burbuja invisible de calma profunda (la que me llevaba puesta desde mi casa), y el contraste entre mi energía y la del resto de personas que me rodeaban era muy notorio. Resultaba hasta cómico. Caminaba muchísimo más despacio que la gente de alrededor, como si los demás caminasen a 2x, o como si yo lo hiciera a -2x.
Pero, sobre todo, sonreía bastante más. Llevaba puesta una sonrisa tranquila en la cara, y me sentía centrada, enraizada, presente.
El mayor contraste para mí no era, sin embargo, el que notaba entre yo misma y los demás, sino entre mi yo de ese momento y el del pasado, la Clara que había vivido tiempo atrás en otra gran ciudad (Barcelona), y que se había tenido que marchar porque no aguantaba más el estrés y la ansiedad.
¿Qué era lo que causaba mi tranquilidad profunda? ¿Era acaso Madrid más tranquila y menos sobreestimulante que Barcelona? No, evidentemente. La diferencia era que justo acababa de llegar a la ciudad, y que traía conmigo la calma propia de Menorca. Aún tenía mi sistema nervioso regulado gracias a la Naturaleza de la isla y, por ello, yo era capaz de mantener ese estado durante un par de días, a pesar de estar en un entorno sobreestimulante.
En aquellas visitas express a Madrid empecé a poner en práctica algunas cosas que me ayudaban a conectar con la Naturaleza a pesar de estar en una gran ciudad, para así mantener durante más tiempo ese estado de calma y enraizamiento que tanto valoraba, y que tanto me había costado conseguir. Recientemente había aprendido a conectar con el poder sanador y equilibrante de la Naturaleza de manera muy sentida, y no quería perder por nada del mundo ese estado de paz, de tranquilidad, y de estar profundamente a salvo, que Ella me propiciaba.
Así que en aquellas escapadas a la ciudad comencé a probar una serie de trucos para no desconectarme de la Naturaleza a pesar de estar rodeada de asfalto y hormigón, y mi “caja de herramientas” para conectar con Gaia en medio de la ciudad fue aumentando con el paso del tiempo. Después de Madrid vinieron otras ciudades, y fui poniendo en práctica más y más herramientas.
Y he pensado compartírtelas hoy, por si a ti te pudieran ayudar a sentirte un poco más conectado/a a la Naturaleza, a pesar de vivir en una ciudad o en un núcleo urbano.
Soy consciente de que no es lo mismo vivir 365 días al año en una ciudad, que realizar una visita puntual, o una estancia breve, en un núcleo urbano. Pero también sé que todo suma, todo ayuda, sobre todo cuando lo hacemos con consciencia e intención.
Así pues, sin más dilación, aquí van…
Algunas cosas que puedes hacer para sentirte más conectado/a con la Naturaleza, aunque estés en una ciudad:
⛅ Alzar la vista al cielo y contemplarlo siempre que puedas.
🌿 Detenerte a observar las plantas y los árboles de la calle con curiosidad y detenimiento: su corteza, sus hojas, la forma de sus ramas… Bonus: investigar sus nombres y características peculiares.
🕊️ Observar el comportamiento de los pájaros que viven en la calle: gorriones, palomas, gaviotas… cotorras… (guiño 😉 para quienes viven en Barcelona).
🌳 Visitar lo más a menudo posible los parques, las riberas de los ríos, playas urbanas, etc.
🦶 Descalzarte y hacer “toma de tierra” (grounding) a menudo, en casa y/o en el parque/playa.
⏬ Visualizar (imaginarte) el suelo, la tierra que hay bajo todas las capas de asfalto, hormigón, tuberías, estructuras… y tratar de enlazar tu propia energía con la tierra, atravesando todo lo que se interpone entre tus pies y ella:
Cierra los ojos, respira muy profundamente un par de veces. Siente (percibe) las plantas de tus pies. Imagina que de ellas salen unas raíces luminosas, o unos hilos de energía, hacia abajo, hacia las profundidades de la tierra. Quédate un minuto así, sosteniendo la imagen en tu mente, y notando la sensación en las plantas de tus pies.
🔇 Proteger tus oídos del ruido cuando vayas por la calle.
🌊 Escuchar audios con sonidos de Naturaleza: lluvia, viento, olas del mar, etc.
🌧️ Cuando vayas por la calle y llueva o nieve, dejar que te llueva encima un poquito (siempre que no esté diluviando o granizando, claro).
🌱 Tener y cuidar algunas plantas en tu casa.
🐈 Tener una mascota, o cuidar animales de otras personas.
🍓 Comer saludable, sin que falten las verduras frescas.
💧 Beber bien de agua.
🍽️ Comer “mindfully”: despacio, saboreando los alimentos, y tratando de pensar en su origen: los campos de trigo, los huertos, las dehesas, los mares, etc.
🪔 Poner esencias y aromas naturales en casa: de flores, hierbas, etc.
🔄 Si es posible, poner un purificador de aire en casa.
📺 Mirar vídeos relajantes de Naturaleza.
🐢 Tratar de vivir más despacio, y moverte más lento.
👚 Evitar las ropas y los cosméticos sintéticos, en la medida de lo posible.
📱 Evitar el abuso de pantallas.
🤸♀️ Hacer algo de ejercicio físico a diario.
Muchas de estas cosas yo las hago aunque viva en el campo, porque no sirve de mucho vivir rodeada de Naturaleza si luego te envenenas el cuerpo o la mente con alimentos, productos o contenidos tóxicos, o si no le das lo que necesita para estar sano.
Mantenerme conectada a la Naturaleza es un estilo de vida, e implica muchas cosas, y algunas de ellas tienen más que ver con lo que consumo (a todos los niveles) que con lo que me rodea. Y esto es aplicable también a cualquier persona que no viva en el campo, yo creo.
Sinceramente, creo que sí es posible sintonizar con la frecuencia natural aun estando en una gran ciudad, pero imagino que, para quedarse ahí, en esa sintonía, se deberían hacer todas las cosas de la lista (y tal vez más).
¿Tú qué crees? ¿Has logrado alguna vez replicar o mantener ese sentimiento de calma profunda que te da el estar en plena Naturaleza, pero en la ciudad? ¿Cómo lo hiciste? ¿Crees que es posible mantenerse ahí, en esa conexión, a pesar de vivir en una ciudad?
Me interesan mucho tu opinión y tu experiencia en este sentido, ojalá te apetezca compartirlas abajo, en los comentarios. 👇
También me encantaría saber si sueles hacer alguna de las cosas de mi lista, o si haces alguna otra que crees que debería formar parte de ella. Si quieres, compártela con esta pequeña tribu neptuniana, que solemos ser siempre grandes amantes de la Naturaleza.
Y poco más te cuento por hoy. 😊 Espero que ésta carta te haya sido de valor, y que te haya aportado alguna idea práctica que tú puedas aplicar a tu vida.
Si crees que le puede ayudar a alguien a quien conozcas, compártesela, por favor. Con este pequeño proyecto de Cartas desde Neptuno intento llegar al máximo número posible de neptunianos/as. ¿Que cómo saber si alguien es neptuniano/a sin conocer su carta astral? Es muy fácil: si es una persona muy empática, sensible, idealista y soñadora… es neptuniana. Ya está, no hace falta mirar su carta. 😌
Por cierto, hablando del tema… (una micro-encuesta rápida antes de terminar)… me viene rondando la cabeza una duda desde hace meses, y tal vez quieras ayudarme a despejarla. Siempre dudo entre si mencionar de pasada temas de astrología o no hacerlo, pues no sé a qué porcentaje de la gente que me leéis os interesa u os gusta la astrología.
Cartas desde Neptuno NO va, ni irá, sobre astrología. Va sobre las peculiaridades, pros y contras de ser personas neptunianas en este mundo; pero a veces menciono cosas de astrología de pasada, porque es una herramienta que uso mucho en mi día a día (y me dedico a ello, en parte).
Pero nunca sé qué tal os caen esas menciones que hago a veces y por encima, a temas astrológicos. ¿Me ayudas a salir de dudas?
(🤣)
Bueno, ahora sí, ya te dejo. Nos leemos dentro de 2 semanas, como siempre, en sábado. Espero que hasta entonces te conectes mucho a la Madre Tierra, y que te sientas abrazado/a por su presencia. Porque Ella siempre está aquí, ¿sabes?
¡Muchos besos!
- Clara. 🌾
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Disclaimer importante: todo lo aquí expresado es tan solo una opinión personal, inevitablemente sesgada y limitada por mis experiencias vitales, mi personalidad, y la información de la que dispongo hasta este momento. Te ruego que no tomes nada de lo que digo en mis publicaciones como un consejo profesional de ningún tipo, pues no lo es, ni puede serlo.
La ecoterapia es la rama aplicada de la ecopsicología, que estudia el papel regulador y curativo que tiene la Naturaleza en la psique humana.
Como disciplina práctica es muy heterogénea, y sus herramientas beben de múltiples fuentes. Yo trabajaba combinando mi bagaje en terapia transpersonal y mindfulness con mi propia intuición y experiencia personal en mi relación con la Naturaleza, pero otros practicantes incorporan herramientas de arteterapia con elementos naturales, equinoterapia (terapia con caballos), o incluso elementos del chamanismo transcultural.
Si te interesa el tema, te recomiendo que busques información sobre ello, pues hoy en día ya hay más libros, blogs, terapeutas y experiencia acumulada sobre esta hermosa disciplina.
De hecho, sólo de contártelo, ya me están entrando ganas de volver a hacer algún taller de ecoterapia. 😊
Gaia es el nombre de la diosa de la Grecia antigua que personificaba a la Tierra, y el nombre que habitualmente le damos a la consciencia o espíritu de nuestro planeta quienes creemos en que, de hecho, la Tierra es un sistema vivo autoconsciente.
Gracias por compartir tu experiencias y por tus recomendaciones. De igual forma, experimenté lo que describiste acerca de sentirte rara caminando más despacio que el resto de personas. Parece que yo también soy de Neptuno... o de por ahí. Voy a mi propia velocidad.
Y he votado con un "sí" rotundo a la posibilidad de que introduzcas comentarios acerca de la astrología en tus escritos. En el pasado, durante un tiempo, estuve estudiándolo y me pareció muy interesante. De hecho, me sorprendió bastante encontrar detalles que nada tienen que ver con lo que aparenta ser desde fuera. Lo mismo me ocurrió con el tarot. Soy curioso y necesitaba entender ciertos aspectos. De la astrología me llaman la atención los llamados bloqueos, el norte... y cosas que parecen una casualidad, relacionadas con problemas en nuestra vida (familia, etc.). No pienso que eso sea todo en la vida de un ser humano, pero sí un factor relevante a tener en cuenta y digno de ser investigado. Así que me encantaría.
Un hombre que conozco con buenas intenciones pero muy malas maneras por desgracia solia decir: Debajo del hormigón de este pueblo hay un alcornocal. Imaginar lo que serian las ciudades y pueblos antes de su construcción es un gran ejercicio de abstracción y te hace ser consciente de muchísimas cosas.