Si tuviese que volver a la ciudad
Cosas que haría (y no haría) para cuidar mi alta sensibilidad
🏷️: Autocuidado
“Cartas desde Neptuno” es una correspondencia íntima entre personas altamente sensibles buscando nuestra forma de encajar en este mundo, a nuestra peculiar manera.
En estas cartas te comparto herramientas y reflexiones que he recopilado en mi búsqueda de realización personal y espiritual, con la esperanza de facilitarte tu camino. Porque, caminando juntos, llegaremos más lejos.
Gracias por leerme,
- Clara. 🌾
Hola bonica, bonico. 😊 ¿Cómo estás? ¿Qué tal has pasado estas dos últimas semanas?
Para mí han sido unos días… raros, pero bien. Siento como si hubiesen pasado dos meses desde la última vez que te escribí.
En estos 14 días me han sucedido y he hecho bastantes cosas. Entre ellas… ¡¡he terminado de escribir el que va a ser mi primer libro… 😍!!
Aún me queda mucho por hacer para que salga a la venta, pero el texto ya está listo, y esto me pone muy contenta. Te contaré más sobre él en otra ocasión, que no me quiero extender.
Por hoy sólo te diré que es un libro muy breve y humilde, y llenísimo de Amor 💜.
Cambiando de tema: hoy te quiero compartir una serie de consejos (no solicitados, como siempre) que yo me daría a mí misma si tuviese que volver a vivir en una gran ciudad, a pesar de ser una PAS (una persona altamente sensible).
💡 Por si no estás seguro/a de si tienes alta sensibilidad o no, al final de esta carta encontrarás un par de enlaces a dos tests sencillos para que puedas salir de dudas.
Como ya sabes, en mis últimas cartas te conté cómo y por qué dejé de vivir en la ciudad hace 15 años, y me marché a vivir en la “periferia” del Sistema, en el campo, y de manera más o menos autosuficiente.
Estas tres últimas cartas son las que más comentarios y movimiento han generado, hasta ahora, de todas las que vengo publicando desde julio del año pasado, que es cuando lancé Cartas desde Neptuno.
Tengo la sensación de que, al menos en la comunidad de Substack, hay mucha gente sintiendo la llamada de la Naturaleza. O, si no de la naturaleza, sí de una vida más calmada y sencilla.
En la sección de comentarios que se crea en Substack con cada carta que te envío, hubo un comentario que se repitió en bastantes ocasiones durante las últimas semanas, en referencia a este cambio radical de vida que hice hace años: muchos compañeros y compañeras me comentaron que les parecía inspiradora y admirable mi decisión de cambiar de vida en busca de paz interior, esa que tanto me faltaba cuando vivía en la ciudad.
Y, a pesar de que entiendo por qué me lo dijeron, y que se lo agradezco, claro… la verdad es que a mí me parecen más admirables todas las personas que no se van de la ciudad, que aguantan. Que, aun siendo altamente sensibles, se quedan, lidiando con las innumerables dificultades que comporta la vida urbanita para quienes tenemos un sistema nervioso especialmente sensible.
En realidad, para mí, marcharme de la ciudad y salirme de la rueda del Sistema fue más un cambio por fuerza mayor que una elección totalmente libre y voluntaria. Yo me marché de la ciudad porque no podía aguantar más en ella, no tenía casi elección… era una cuestión ya de salud mental.
Sí te reconozco que hubo una cierta valentía en la decisión de dejar de ocultarme a mí misma la verdad (que ya no podía más), pero el hecho en sí de marcharme fue más un acto a la desesperada que un gesto admirable de coraje.
De hecho, si lo hiciera hoy en día, lo haría todo de otra manera: más lentamente, de forma progresiva, y con una mejor planificación.
Por eso te digo que, a mí, me parece mucho más admirable alguien que, a pesar de todo, encuentra la manera de seguir, de aguantar. Incluso a malas penas, incluso cargándolo todo en la cuenta de la salud. Para mí, todas las personas altamente sensibles que viven en ciudades son admirables, por su nivel de fuerza y aguante.
Cuando tienes un cuerpo y un sistema nervioso diseñados para captar hasta los matices más finos de todo cuando sucede en tu entorno, vivir en una gran ciudad es un gran reto. Tu cuerpo naturalmente sensible procesa de manera intensa y profunda todos los estímulos, tanto sensoriales como mentales y emocionales, y hace lo que puede para sostener la sobrecarga constante de estímulos, típica de la vida urbanita.
Y normalmente, no lo lleva nada bien. A menudo se satura, se sobrepasa en su esfuerzo tratando de procesar toda la información, y colapsa: se desregula el sistema nervioso, entra en modo supervivencia, y llegan el insomnio, los problemas gastrointestinales, la ansiedad, la depresión… La lista de problemas de salud que sufren las personas altamente sensibles que no conocen o no tienen en cuenta su alta sensibilidad es terrorífica, de larga.
Por esto, quiero aprovechar la carta de hoy para compartirte una serie de claves que yo tendría muy en cuenta si me viese en la situación de tener que dejar de vivir en la naturaleza, y volver a vivir en la gran ciudad. Porque, a día de hoy y tras todo lo que he aprendido sobre la alta sensibilidad en los últimos años, creo que sí es posible vivir bastante bien en una ciudad, a pesar de ser PAS; pero sólo si se toman ciertas medidas, y se consiguen moldear las circunstancias personales hasta ajustarlas a las necesidades que impone la alta sensibilidad.
Si yo hubiese sabido hace 15 años que era altamente sensible, y si hubiese seguido todos los consejos de la lista que viene a continuación, tal vez no habría llegado al punto de saturación y desesperación al que llegué; tal vez hoy en día seguiría viviendo en Barcelona, incluso. Nunca lo sabré… 🤔
Cosas que haría si tuviera que vivir (de nuevo) en una gran ciudad, siendo una PAS
🏠 La casa
El hogar es el templo sagrado de una PAS. Las personas altamente sensibles necesitamos tener un refugio sensorial al que volver tras todo un día fuera de casa, y lo necesitamos tanto como el respirar y el comer.
Cuando una persona altamente sensible vive en una casa en la que se encuentra a gusto, su domicilio es un espacio de seguridad en el que puede descansar, regularse, recargarse, y conectar consigo misma.
El problema reside en que, en las grandes ciudades, no es tan fácil lograr tener un hogar totalmente tranquilo y calmante para nuestro sistema nervioso: ruidos que vienen de fuera y de dentro del edificio, vecinos maleducados, malas condiciones de aislamiento térmico, olores fuertes… son temas bastante comunes en las casas de las grandes ciudades.
Así que, si yo tuviera que volver a vivir en una ciudad, estas son las cosas que haría para que mi hogar fuese, en efecto, un refugio sensorial para mi alta sensibilidad:
En la medida de lo posible, trataría de vivir en una zona tranquila de la ciudad: lejos de grandes avenidas, calles muy concurridas, zonas industriales o en construcción, aeropuertos, etc.
Intentaría escoger un apartamento especialmente silencioso del edificio, uno que no diese a una calle principal.
Si fuese posible, instalaría ventanas de doble panelado de vidrio.
Me aseguraría de que no hubiera vecinos conflictivos ni ruidosos en los apartamentos colindantes, preguntando a varios vecinos antes de comprar o alquilar la casa.
Trataría de que las habitaciones principales de la casa, en las que paso más tiempo al día (sobre todo el dormitorio, pero también el salón o el despacho) diesen a patios traseros o a las partes más silenciosas del edificio.
Me aseguraría de poder calentar, enfriar y ventilar la casa correctamente, para evitar las temperaturas extremas en invierno y verano.
Antes de comprar o alquilar una vivienda, comprobaría que no hubiera olores desagradables siempre presentes en la casa (polución ambiental, olor a cañerías, humedades, olor a “fritanga” de un restaurante cercano, etc.).
Decoraría mi casa de manera armoniosa y bonita, con colores y olores agradables, poniéndolo todo a mi gusto y manteniéndola limpia y ordenada, para sentirme siempre bien en casa (o en mi habitación, si compartiese piso).
Si tuviese que compartir piso, a la hora de escogerlo me fijaría más en los/as compañeros/as de piso potenciales, más que en la propia casa: me dejaría guiar por mi intuición, y escogería a las personas que me diesen una buena sensación, y que fuesen amables, tranquilas y ordenadas. Evitaría a toda costa compartir piso con personas muy desordenadas, ruidosas, caóticas o, sobre todo, conflictivas. Incluso aunque el piso fuese maravilloso.
💼 El trabajo
El trabajo es una parte importantísima de nuestras vidas, en la que invertimos cada día bastante tiempo y energía. Para las PAS, nuestro entorno laboral y las relaciones interpersonales que en él mantenemos son de crucial importancia para nuestra salud, pues son fuentes de estímulos constantes (sensoriales, mentales y emocionales) que apenas podemos controlar y que, además, tienen un impacto potencial en nuestra economía: si no aguantamos, se cierne sobre nosotros la amenaza de perder el trabajo y la estabilidad material.
Por ello, las personas altamente sensibles tendemos a aguantar demasiado (más de lo que nuestros cuerpos pueden soportar) situaciones que son desgastantes para nuestra alta sensibilidad: trabajos demasiado frenéticos para nuestras necesidades, entornos laborales sobre-estimulantes, dinámicas de relación tóxicas con compañeros de trabajo o jefes…
Si yo tuviese que vivir (y trabajar) de nuevo en una ciudad, haría esto:
Haría todo lo posible por trabajar desde casa, tal y como hago hoy en día.
Si no pudiese trabajar en casa, priorizaría los entornos laborales más o menos tranquilos. Evitaría, a toda costa, trabajos con altos niveles de estrés, o cualquier empleo en el que el tiempo de entrega, la prisa y la urgencia sean un factor importante: hostelería, restauración, reparto a domicilio, etc.
Evitaría trabajos que me supusieran un alto desgaste emocional (atención al cliente, gestión de reclamaciones, asistencia en emergencias, etc).
Realizaría o solicitaría los ajustes que necesitese (y que fuesen razonables) en mi entorno de trabajo, para evitar la saturación y la sobre-estimulación. Por ejemplo: trabajar con auriculares en los oídos, evitar las interrupciones constantes, organizarme mis tareas a mi manera y ritmo, adecuar mi ropa de trabajo a mis sensibilidades, etc.
No participaría en las reuniones informales, charlas de café y comidas de empresa en las que no me apeteciera participar, no me forzaría a socializar en el trabajo más de lo que mi “batería social” me permitiera. Iría con cuidado de no desgastarme en ese sentido innecesariamente, para no llegar agotada al final del día.
Si el ambiente laboral fuera positivo y respetuoso, informaría a mis superiores y colegas de mi alta sensibilidad, para que no se sorprendieran/confundiesen/sacasen conclusiones erróneas sobre mis actitudes y preferencias.
🚍 Desplazarse por la ciudad
Para una PAS, ir del punto A al punto B en una ciudad supone exponerse a una infinidad de estímulos de todo tipo, todo el tiempo, en 360º: coches por todos lados, sirenas de ambulancia, gente de aquí para allá, empujones, cruces de miradas, semáforos parpadeando, carteles luminosos, flyers en el suelo, teléfonos móviles sonando, música en los bares, megáfonos anunciando la siguiente parada, puertas automáticas abriéndose y cerrándose, edificios en obras, aviones sobrevolando la ciudad, niños gritando, cláxones pitando, motos zigzagueando entre los coches, ciclistas cortándote el paso… el caos sensorial es inescapable, siempre que nos desplazamos a cualquier parte.
Y, lo que para las personas sin alta sensibilidad es levemente estresante, para una PAS puede ser una experiencia agotadora. Sólo para ir de A a B.
Así que, si volviese a vivir en una gran ciudad, haría todas estas cosas para que mis desplazamientos no me consumiesen tanta energía:
Ir siempre con tiempo de sobra a todas partes. El estrés de llegar tarde (o de ir con el tiempo justo) era uno de mis mayores estresores cuando vivía en la ciudad. Haría lo que hiciera falta para salir siempre de casa con tiempo de sobra, e ir así tranquila por la calle, sin prisa.
Tratar de vivir en un sitio con supermercados y tiendas de alimentación lo más cerca posible, para simplificar y reducir los desplazamientos cotidianos al hacer las compras más básicas.
Valorar todas las opciones de medios de transporte a mi disposición (autobús, metro, tranvía, bicicleta, patinete, caminar a pie, mi propio vehículo, taxi…), y escoger en cada ocasión el que menos estresante me resultase, incluso aunque me llevase algo más de tiempo (o dinero) llegar a los sitios. En mi caso, solía desplazarme en bici a todas partes.
Moverme siempre por la ciudad con auriculares envolventes (”cascos”) con cancelación de ruido, o con esos nuevos tapones especiales de silicona, de los que reducen el ruido ambiental.
Reducir al mínimo los desplazamientos por el centro de la ciudad, y evitar los días u horas con más aglomeraciones.
🧘 Descanso y ocio
Aunque en nuestra cultura el descanso y la inactividad estén considerados casi pecados capitales, en la Naturaleza no existe nada que crezca y avance sin parar, sin que haya un período de tregua y quietud. Tras el día llega la noche, tras la inhalación viene la exhalación, tras la ingesta, la digestión.
Si el descanso es necesario para todo el mundo, lo es más para cualquier persona que esté agotada. Y, tristemente, las personas altamente sensibles que viven en las ciudades suelen llegar con sus cuerpos y sus mentes agotadas al final del día, pues la vida en la ciudad es, simplemente, demasiado: demasiado estimulante, frenética y caótica para sus sistemas nerviosos.
Por eso, el descanso (en todas sus formas) es un tema muy serio para las PAS. Descansar no es algo negociable para nosotros/as. Si no descansamos el cuerpo y la mente lo suficiente cada día y cada semana, es fácil que acabemos enfermos, o quemándonos.
Una de las causas de mi primer burnout fue, precisamente, no conocer ni respetar mis necesidades de descanso.
Así pues, si tuviera que volver a vivir en una gran cuidad, haría todas estas cosas para asegurarme de descansar adecuadamente a todos los niveles, y recargar las pilas cada día:
Tomarme muy, muy en serio la hora de irme a dormir. Si fuese necesario, priorizando el descanso nocturno antes que el ocio (y que todo lo demás). La calidad del sueño es crucial para todas las PAS, y además solemos necesitar dormir algo más que la media.
Tomarme a diario un tiempo para descansar la mente y regular mi sistema nervioso, sobre todo tras cualquier tipo de sobre-estimulación (sensorial, emocional o mental): leyendo, escribiendo, pintando, meditando, haciendo yoga…
Realizar cada día algo de ejercicio físico suave. Aunque el deporte nos consume energía, si éste no es de alta intensidad, ayuda a recargar las baterías al cuerpo y a regular el sistema nervioso. Además, también ayuda a despejar la mente.
Escoger ir a restaurantes, cafés, museos, galerías y espacios de ocio tranquilos, donde no suela haber ni mucho ruido, ni demasiada gente.
Frecuentar (a poder ser, diariamente) los parques de la ciudad, los paseos marítimos, playas urbanas, o las riberas de los ríos urbanos. Los espacios verdes y pseudo-naturales de las ciudades son pequeños refugios para nuestros cuerpos (y nuestras almas).
Escaparme lo más a menudo posible a entornos naturales fuera de la ciudad, y pasar allí el mayor tiempo posible (varias horas, como mínimo).

Todas estas claves o consejos son fruto de mi experiencia, y de mis investigaciones sobre el tema de la alta sensibilidad. Como ya sabrás, me dediqué durante más de 10 años a acompañar a personas altamente sensibles en sus procesos de autoconocimiento, y además, la mayoría de mis amigos son PAS. 😌 También he leído bastante sobre este tema por mi cuenta, y he formado parte de distintos grupos online de personas altamente sensibles.
📗 Si lees en inglés y te apetece leer algo sobre la alta sensibilidad, te recomiendo el libro “The Highly Sensitive Person’s Survival Guide”, de Ted Zeff. Algunas de las claves de la lista anterior las tomé directamente de ese libro, por cierto.
Y ahora, dime, ¿vives en una gran ciudad?
¿Utilizas ya alguna de las “medidas de contingencia” (😅) de la lista anterior?
¿Se te ocurre alguna más que añadir?
Cuéntamelo (cuéntanoslo) en los comentarios (porfa), y así mejoraremos la lista para otras personas que lo necesiten.
Espero que esta carta de hoy te haya dado alguna buena idea que probar en tu vida, o al menos algo positivo sobre lo que reflexionar.
Y si te apetece compartir alguna cosa sobre la carta de hoy, ya sabes que yo siempre estoy feliz de leerte y conectar contigo.
De momento ya me voy despidiendo de ti, hasta la siguiente carta: como siempre, dentro de 2 semanas, en sábado.
Estés en una gran ciudad o no, hazme un favor: ¡cúidate mucho!
Besos,
- Clara. 🌾
Disclaimer importante: todo lo aquí expresado es tan solo una opinión personal, inevitablemente sesgada y limitada por mis experiencias vitales, mi personalidad, y la información de la que dispongo hasta este momento. Te ruego que no tomes nada de lo que digo en mis publicaciones como un consejo profesional de ningún tipo, pues no lo es, ni puede serlo.
Links externos para saber si eres una persona altamente sensible:
Test 1 (sencillo y rápido, no requiere dar e-mail)
Test 2 (más largo, requiere dar el e-mail)
Suscribo todos tus consejos, Clara. Yo los he ido descubriendo poco a poco, pero me parece muy necesario, sobre todo, lo de la casa donde vivas. En un bloque de 11 plantas con muchos vecinos alrededor, no se trata solo de los ruidos también de las energías.
Yo tuve okupas no maleducados sino criminales viviendo en el piso de abajo y no puedes imaginarte los dos años y medio que pasé.
A mí lo que más difícil me ha resultado de todo esto ha sido el escapar de la lucha interna, ese sentirte 'especialito' que dicen los demás, que ahora me da igual, pero que antes me hacía daño. Ese aceptar que yo no funciono con la mayoría ... Uf, no es fácil.
Estoy segura de que estos consejos van a ayudar a mucha gente PaS que estoy segura que te lee Clara. Un abrazo!
Carta esencial y práctica donde las haya. Gracias Clara por compartirnos tu experiencia una vez más. 🤗
Es curioso, pero yo sigo bastantes de tus recomendaciones a pesar de no vivir en una gran ciudad; me ayudan a mantener el equilibrio, a no saturarme y a «vivir tranquilo».
Me gusta mucho lo que dices acerca del descanso porque es algo en lo que nadie se para a pensar en serio. Descansar bien y dormir bien, poder relajar la mente al máximo, es algo que en mi entorno no acaban de comprender bien. Son muchos los que me dicen que ya recuperarán el sueño el fin de semana o cosas por el estilo... No se dan cuenta que las horas de sueño no se recuperan, que a la larga eso pasará factura. Pero claro... son jóvenes y eso ahora no les preocupa lo más mínimo.
Hay tanto trabajo que hacer en la educación de los más pequeños, que todas estas cuestiones resultan poco importantes para el sistema, me temo...
La única vía de recuperación que veo a medio plazo es que las personas se tomen en serio el seguir una filosofía de vida propia para no caer o para tratar muchos de los males que en la mente y en nuestras conciencias nos afectan. Y siendo PAS, más todavía. Aparte de consejos como los tuyos, muy importantes y certeros, también hemos de «hacer y practicar» realmente aquello que nos es beneficioso y dejarnos de cuestiones que no son importantes.
Gracias por estar. ❤️
👉 🌹🌷🌻