🏷️: Autocuidado, Autodefensa emocional
Hola bonico, bonica. ¿Cómo estás? ¿Qué tal se te presentan las próximas semanas?
A mí bien, gracias a Dios. Este año voy a pasar unas fiestas tranquilas y en buena compañía, y con algunas incertidumbres menos que en los últimos años… así que estoy contenta. 😌
He pensado aprovechar esta carta para, además de desearte unas felices fiestas, compartirte algunos aprendizajes y herramientas que te pueden servir para transitar bien las Navidades, si es que te suponen alguna clase de dificultad personal, o si éstas se presentan menos alegres (porque no siempre son felices, y tú y yo lo sabemos).
En el tiempo que llevo en este hermoso planeta, he tenido ocasión de presenciar 40 Navidades. Iba a decir “sobrevivir a 40 Navidades”, pero sería dramatizar demasiado; la mayoría de ellas fueron relativamente tranquilas, algunas incluso felices. Otras, no tanto.
No sé si cuarenta Navidades son muchas o pocas, porque nunca he entendido muy bien esta cosa humana de obsesionarnos por el paso de los años. Nací sintiéndome ya una anciana, aunque nunca he dejado de percibirme como demasiado inocente, por no decir ingenua, para todas las canas que peino.
Pero creo que ya tengo algo de experiencia en transitar fiestas navideñas. No tanto por la cantidad de veces que las he vivido, sino por la variedad de situaciones en las que me he encontrado atravesándolas. Algunas (la mayoría) de esas 40 Navidades, las pasé en familia. Otras las viví en pareja, o entre amigos. Y dos de ellas, las pasé sola. Totalmente sola.
Pensarás, tal vez, que las veces que pasé las fiestas a solas o con amigos fue por temas de trabajo, porque me encontraba demasiado lejos como para poder desplazarme hasta donde estaba mi familia, o por circunstancias de fuerza mayor que me impidieron viajar.
Y, aunque es cierto que he vivido durante largas temporadas lejos de la casa familiar, nunca ha sido tan lejos como para no poder acercarme en Navidad, si hubiese querido.
No, las ocasiones en las que pasé las fiestas sola, o con mis amigos, fue por elección propia. Y bien reflexionada. Preferí estar sola, o con mi familia escogida, que sostener lo que para mí era insostenible.
Mi familia genética se sostiene sobre un andamio muy frágil, pues falta el amor sincero en su estructura, desde hace no sé cuántas generaciones. Más que una familia, es un agregado volátil de falsas lealtades, de esas que se mantienen en pie sobre un cimiento de chantajes y violencias subterráneas.
No les culpo, de todas maneras. Hay demasiado dolor sin abordar ni sanar en ambas líneas parentales, tanto la materna como la paterna. Demasiados fantasmas transgeneracionales campando a sus anchas.
Pero no me malinterpretes, no fue fácil la decisión de pasar las primeras Navidades sin mi familia, e incumplir el mandato de asistencia a la reunión anual del clan.
Con una triple conjunción Sol-Mercurio-Marte en Cáncer en mi carta astral, soy una persona muy casera y familiar. Me encanta reunirme con mi gente en casa, juntarnos a tomar té con galletas, y charlar de nuestras cosas. Soy bastante introvertida, cálida (a mi manera), y cuidadora.
Me gusta hacer y ser hogar, para mí misma, y para los demás.
Pero no a cualquier precio. Hay cosas que decidí dejar de tolerar hace un tiempo, aunque eso supusiera renunciar a la idea de tener el arropo de una familia de sangre. Y recalco la palabra “idea” porque, en mi caso, el arropo familiar fue siempre eso: un ideal, no una realidad.
A pesar de esto, las Navidades me gustan mucho. Siempre lo han hecho, creo que porque son una celebración de todo lo que para mí es importante y querido: la fuerza de los vínculos de amor, el refugio de la comunidad, la compasión hacia los demás, el agradecimiento por la abundancia de la Vida.
Y sí, ya sé que todos estos valores están hoy en día bastante desvirtuados y corrompidos por el consumismo y la superficialidad, pero la base del significado de estas fiestas permanece intacto, por debajo de todo el ruido y la purpurina.
Al menos eso creo yo… o así es como yo escojo vivirlas.
En los años que pasé acompañando a personas altamente sensibles en sus procesos de autoconocimiento, ayudé a algunas de ellas a transitar las fiestas navideñas en circunstancias complejas o dolorosas: con pérdidas familiares recientes, con conflictos familiares abiertos, o mientras atravesaban delicados procesos internos que demandaban quietud, y no tanto jolgorio y pandereta.
Por compartir lo más rescatable de estas experiencias navideñas, tanto las mías propias como las de las personas a las que ayudé a navegar Navidades complicadas, es que me apetecía ofrecerte hoy unos pocos consejos no solicitados para afrontar las fiestas navideñas con equilibrio y salud. Tanto si la Navidad te supone alguna clase de reto o dificultad en lo personal, como si, simplemente, te consideras una persona altamente sensible, lo cual ya imprime ciertos retos a estas fechas, aun sin conflictos familiares ni emocionales de por medio.
Consejos generales para sobrevivir a unas Navidades complejas
Aunque la Navidad sea una festividad en la que parece que todo el mundo está “feliz de la vida”, hay múltiples situaciones que pueden convertir estas fiestas en una época difícil o dolorosa.
No todo el mundo disfruta con la Navidad, no es oro todo lo que reluce, ni es turrón todo lo que cruje. Y en Navidad siempre hay más “postureo” de lo acostumbrado.
Los conflictos serios o de larga trayectoria con miembros de la familia, el recuerdo de quienes ya no están entre nosotros, la soledad no escogida, las dificultades personales (de salud, económicas, o de cualquier tipo) que impiden disfrutar de unas Navidades “normales”… todas estas circunstancias pueden convertir estas fechas en algo que den ganas de pasar por alto, más que de celebrar.
Si estas fiestas te resultan complicadas de sobrellevar, has de saber que no eres la única persona a la que le ocurre. La cuestión es que, de esto, no se suele hablar, porque el sufrimiento y la infelicidad son tabú en nuestra sociedad.
Mi principal aporte para ti, es transmitirte la idea de que no pasa nada si no te gustan las Navidades, o si no las disfrutas en algunas ocasiones.
Pero también me gustaría decirte que, con algunos cambios de hábitos y de actitud, puedes amortiguar hasta cierto punto el malestar con el que vives estas fiestas. Incluso puedes llegar a pasarlas razonablemente bien. No hace falta que te resignes a pasarlo mal. Tú puedes hacer algo por tu niño/a interior, que es quien más suele sufrir cuando las Navidades no son felices.
Así que, sin más preámbulos, aquí van mis humildes consejos para sobrevivir a unas Navidades complejas:
1️⃣ Celebra a tu manera, celebra lo que tú quieras
Aunque, en los países hispanohablantes, las Navidades son una institución cuasi-sagrada, la obediencia a las tradiciones no deja de ser una convención social más que tienes derecho a saltarte, si esto te hace pasar las fiestas mejor.
Si no te gusta cómo se celebran las Navidades en tu país, tu región, o en tu familia, créate unas fiestas a medida de tus valores, gustos y preferencias. Puedes celebrar lo que tú quieras, y como tú lo desees (sobre todo si pasas la Navidad a solas, pero también si la pasas en compañía).
Por ejemplo: si no te gusta tener que comprar regalos porque sí a todo el mundo, incluyendo a quienes no te caen tan bien, puedes arreglártelas preparando una gran tarta, un plato delicioso o una actividad grupal en la que tu regalo sea el tiempo y esfuerzo que dedicaste a prepararlo para todos.
Si no quieres celebrar el nacimiento de Jesús de Nazaret, puedes celebrar (al menos internamente, para tu fuero interno) la llegada del invierno, o del verano, dependiendo de dónde te encuentres sobre el planeta.
Si no te gustan las típicas decoraciones navideñas, puedes poner otras que sí te gusten y que para ti representen un espíritu festivo.
Si no te convencen o no te sientan bien los platos o los dulces navideños típicos en tu región, puedes preparar otros distintos, propios de las Navidades en otros países.
En definitiva, puedes transformar las tradiciones a tu gusto, para que estas fechas te sean más agradables. No está escrito en ninguna parte que las cosas deban ser de una forma concreta y estricta; date permiso para celebrar la Navidad a tu manera.
2️⃣ Aprecia todo lo bueno, y quédate sólo con lo bello
Trata de no enfocar tanta atención en todo lo que no te gusta de la Navidad (el consumismo, la falsedad, las obligaciones sociales, el postureo, el buenismo… etc.), ni tampoco en todo lo que sobra o falta en estos momentos en tu vida.
Intenta, por el contrario, dirigir tu atención y anclarla en todo lo bueno que sí hay, sí está y sí acontece a tu alrededor: las sonrisas de verdad, los gestos de cariño genuino, las llamadas de teléfono de personas queridas, las comidas ricas, los olores agradables, las decoraciones bonitas… más allá de todo lo malo, siempre hay belleza a nuestro alrededor. Y esto también es aplicable a estas fechas.
Trata de retirar parte de tu energía-atención de lo que te hace sentir mal respecto a la Navidad (incluidos tus pensamientos negativos sobre ella), y enfócate más en todas las pequeñas cosas buenas que te rodean, por minúsculas que sean. Aquello a lo que le das tu atención crece y adquiere peso, para bien y para mal. Utiliza esto a tu favor, no en tu contra.
3️⃣ Elige bien tus batallas
Si pasas las fiestas en familia, y si sabes que tienden a surgir conflictos con determinadas personas, mentalízate con antelación para no involucrarte en las batallas de los egos. Haz un voto de abstención contigo mismo/a, y prométete no entrar en conflictos innecesarios que sólo te roban la energía y la salud mental.
Sé que esto puede ser complejo en ciertos casos, y que requiere aplicar una gran dosis de estoicismo a las reuniones familiares, pero merece enormemente la pena abstenerse de “entrar a trapo” a las provocaciones y discusiones familiares que, tan a menudo, tensan el ambiente en las comidas y reuniones navideñas. Plantéate participar en éstas como quien presencia un partido de tennis, como si la cosa no fuera contigo, y limitarte a estar presente y disfrutar de lo disfrutable, pero sin involucrarte en los conflictos.
4️⃣ Trátate con gran cariño y compasión, como si fueras un/a niño/a
Si tienes que pasar las fiestas a solas, o en unas circunstancias que te resulten especialmente difíciles o dolorosas por la razón que sea, sé paciente y tolerante con tus propias emociones. Son fechas difíciles para mucha gente, y tú tienes derecho a sentirte como tú tengas que sentirte.
Al fin y al cabo, es inevitable que todo lo que nos falta se convierta en un hueco dolorosamente evidente en Navidad. Sobre todo si lo que falta es una persona, un vínculo, un refugio, o algo relacionado con el arquetipo Cáncer (la familia, el amor maternal, el hogar).
Acepta como normal cualquier sentimiento o emoción difícil que te sobrevengan en estas fiestas, y trata de abrazarlas como abrazarías a un niño que se sintiera mal.
Abraza tus emociones,1 sé compasivo/a y paciente con tus estados internos, y estos serán más llevaderos que si luchas contra ellos.
Reconoce y valida lo que sientes, encuentra formas de expresarlo, y después trata de compensar con cosas o actividades que te hagan sentir mejor: unos bombones, un paseo, un rato de lectura o de journalling, un baño caliente…
Bonus 4️⃣➕1️⃣ (sólo para quienes pasen la Navidad en soledad no deseada):
Si nada de todo lo anterior funciona para ti, haz como si fueran días normales
Pasa “olímpicamente” de celebrar nada, y finge que no son días especiales para ti. Intenta no ver la TV (plagada de anuncios navideños), pasa por alto todos los mensajes y felicitaciones en redes sociales, y métete en una burbuja de normalidad cotidiana.
Si lo piensas bien, en realidad, estos días no son especiales per se. Somos nosotros, los seres humanos (y no todos) quienes consideramos y convertimos en especiales a estas fechas; pero la verdad es que cada día amanece y anochece a las mismas horas que en los días previos y posteriores a la Navidad, y el mundo no deja de girar sobre su eje de rotación a 23º de inclinación respecto a la eclíptica solar, sólo porque sea Navidad. En el fondo, estos días son igual de normales que todos los demás.
Escoge verlos así.
Consejos navideños específicos para personas altamente sensibles y empáticas
Las personas neptunianas tendemos a experimentar las cosas con mayor intensidad y profundidad que otras personas, tanto para bien como para mal. Las Navidades, con sus escenas emotivas y sus tradiciones llenas de estímulos sensoriales, son una época que podemos disfrutar mucho más, o sufrir más intensamente, que quienes no son altamente sensibles.
Los consejos que te ofrezco a continuación son principalmente para que tengas en cuenta tu sistema nervioso altamente sensible y sus necesidades específicas, y así ayudarte a que no sobrepases tus límites durante estas fiestas. “Pasarnos de rosca” es algo que los neptunianos tendemos a hacer casi sin darnos cuenta, pero no sin consecuencias.
Y, cuando hay otras personas y sus expectativas involucradas, nos cuesta aún más poner en prioridad nuestros límites, y respetarlos.
Por eso, los siguientes consejos van en la línea de que observes y respetes tus límites (físicos, emocionales, y psicológicos) durante estas Navidades:
1️⃣ Busca tiempo a solas
Que te juntes en familia o con los amigos para una celebración importante no implica que te debas a ellos en cuerpo y alma, todo el tiempo que ésta dure. Puedes compaginar los momentos de compañía con momentos a solas, tan necesarios cuando eres altamente sensible.
Tanto si viajas lejos para reunirte con tus seres queridos, como si son ellos los que se desplazan a tu casa, tanto si vas a pasar con ellos varios días seguidos, como si sólo estaréis juntos unas horas, puedes (y de hecho, te recomiendo) buscar momentos para estar a solas contigo mismo/a, para descansar de la sobreestimulación y procesar todas las emociones que se movilizan cuando nos reunimos con otras personas.
Escaparte a dar un paseo a solas, a leer un rato en tu habitación, a darte una ducha caliente y relajada, o simplemente asomarte al balcón a mirar el paisaje, mientras todo el mundo sigue con la fiesta… todas estas cosas son muy necesarias para las personas altamente sensibles.
Las personas neptunianas absorbemos gran cantidad de información todo el tiempo, tanto sensorial como emocional, de manera pasiva e involuntaria. Esto sucede a unos niveles muy superiores a los de otras personas, y por eso tenemos tendencia a agotarnos cuando estamos con varias personas a la vez, o en entornos con muchos estímulos. Nuestro sistema nervioso y perceptivo captan mucha información, a menudo más de la que podemos procesar en directo, y después necesitamos tiempo en soledad para asentar todos esos datos a nivel inconsciente, y calmar los sentidos.
No tengas reparo en reservar ratos a solas contigo mismo/a, en los que relajarte en tu propia compañía y descansar de la compañía de los demás que, por mucho que los ames, te puede llegar a saturar y agotar el sistema nervioso.
2️⃣ Respeta las necesidades y los límites de tu cuerpo
Si eres una persona altamente sensible, todos los sistemas que componen tu cuerpo (el sistema nervioso, perceptivo, digestivo, endocrino…) son algo más sensibles de lo normal. Esto significa que las cosas que otras personas toleran sin demasiado problema, para tu cuerpo pueden resultar disruptivas o dañinas: la misma cantidad de alcohol o de dulces navideños que otra persona disfruta sin mayor repercusión que una digestión pesada, a ti te pueden ocasionar una intoxicación aguda o una indigestión; la música de villancicos que a otra persona le resulta animada y estimulante, a ti te puede causar estrés, o incluso ansiedad, dependiendo del caso y el contexto; los debates familiares encendidos, en los que todo el mundo alza la voz al mismo tiempo, y que a los demás les resultan divertidos, a ti te pueden causar una sobre-estimulación sensorial y emocional, y dificultades para dormir esa noche.
Y así con todo.
Debes entender esto y tenerlo en cuenta. Y, sobre todo, no pelearte con ello. No pelees contra tu cuerpo, y no trates de negociar con sus límites, porque saldrás perdiendo tú, siempre.
El enfoque más positivo y productivo para esto es que cuides de tus necesidades y límites como cuidarías de un bebé. Es decir, aceptando sus sensibilidades y límites como algo natural y digno de respeto, y actuando en consecuencia. Sin refunfuñar, ni regatear con él.
Te aconsejo tener cuidado, sobre todo, con estas cosas:
Lo que comes: no te pases demasiado con la comida, y no te salgas demasiado de tus hábitos alimenticios. Disfrutarás más, en general, si te encuentras físicamente bien durante las fiestas.
Lo que bebes: no te excedas con el alcohol, que las personas neptunianas somos propensas a los excesos, y a que nos sienten especialmente mal o nos afecten más todas las drogas, legales e ilegales.
Tu higiene del sueño: no te vayas a dormir demasiado tarde, trata de mantener (en la medida de lo posible) tus horarios de sueño normales. La calidad del sueño es crucial para las personas altamente sensibles, pues durante el descanso nocturno es cuando procesamos el exceso de estímulos del día, y cuando nuestro sistema nervioso, generalmente sobreestimulado, tiene ocasión de apaciguarse.
A lo que te expones: intenta evitar o amortiguar los estímulos muy intensos (ruidos, olores, luces, etc.) o rápidos (las prisas, sobre todo), porque te pueden agotar y saturar antes que a otras personas.
Los días de recados y de compras pre-navideñas pueden ser especialmente agotadores, trata de evitar las grandes aglomeraciones y las prisas de última hora.
3️⃣ No participes en lo que no se sienta bien para ti
Si hay alguna costumbre o tradición navideña que no te hace sentir bien física o emocionalmente, por la razón que sea, no te obligues a participar en ella. Fíate de tu instinto, y de tu cuerpo.
Puede ser una tradición en tu familia, o una costumbre típica en tu región o país, pero, si no te hace sentir bien, no te fuerces a hacerlo. Da igual lo raro o rara que les puedas parecer a los demás, o a ti mismo/a. Eso no te debe importar tanto como tu bienestar y autocuidado.
Por ejemplo, yo hace muchísimos años que no acudo a una cabalgata de los Reyes Magos, a pesar de que me gusta ver el ambiente, los niños pequeños entusiasmados con los caramelos, y los adultos disfrutando como críos.
La razón de que ya no acuda a las cabalgatas es que las aglomeraciones de gente me “funden los plomos” con rapidez: me saturo a nivel sensorial y me agobio, y al de 5 minutos de cabalgata ya estoy deseando marcharme.
Otro ejemplo. La costumbre española de embutirnos doce uvas en la boca al ritmo que marcan las doce campanadas de Nochevieja, para mí solía acabar mal cada año. Terminaba casi siempre entrando en el Año Nuevo atragantada y roja como un tomate, por la falta de aire.
He de decir, que yo normalmente como muy despacio, y por eso me resulta imposible tomarme las uvas a la velocidad socialmente aceptada. 😄
Así que, a partir de cierto año, decidí que yo me iba a comer las uvas a mi manera: comencé a prepararme mis doce uvas con antelación, quitándoles las pepitas y las pieles con cuidado. Y, sobre todo, desistí de intentar comérmelas al ritmo que marcan las campanadas.
Ahora, cuando éstas comienzan, me tomo las uvas tranquilamente, a mi ritmo, sin prisas. Hasta con parsimonia, diría. Casi con un recochineo un poco rebelde. 😂
Te podría seguir poniendo ejemplos de tradiciones navideñas que he sacrificado o moldeado a mis necesidades, pero tampoco te quiero aburrir.
Lo más importante que quiero transmitirte es que tu salud es lo primero. Si para sentir que formas parte del grupo y del ritual tienes que sacrificar tu bienestar, es un precio demasiado alto a pagar.
Dime, ¿hay alguna tradición navideña en la que te gustaría dejar de participar, porque no te hace sentir bien? Piénsalo unos momentos, y cuéntamelo abajo en los comentarios, si te apetece. 👇
Espero que alguno o varios de estos consejos no solicitados te sirvan para transitar de mejor manera estas próximas fiestas, o las que en algún momento se te pudieran presentar más complicadas.
Al final, es cuestión de tiempo que llegue algún año en el que la Navidad nos pille “a contrapelo”, por la razón que sea. Ojalá eso te suceda en muy pocas ocasiones, y que, cuando así sea, lo que te he compartido hoy te sea de ayuda.
Por hoy sólo me queda desearte que pases unos días realmente bonitos. En buena compañía (empezando por la tuya propia), y bien cuidado/a (empezando por ti mismo/a). 😉
Espero de corazón que pases unas felices fiestas, y que disfrutes mucho.
Nos leemos dentro de 2 semanas, como siempre, en sábado.
¡Hasta el año que viene!
(jejeje… 😄)
Cuídate mucho.
Besos,
- Clara. 🌾
Disclaimer importante: todo lo aquí expresado es tan solo una opinión personal, inevitablemente sesgada y limitada por mis experiencias vitales, mi personalidad, y la información de la que dispongo hasta este momento. Te ruego que no tomes nada de lo que digo en mis publicaciones como un consejo profesional de ningún tipo, pues no lo es, ni puede serlo.
Tal y como yo la entiendo, practico y solía enseñar, la gestión emocional sana implica reconocer y abrazar físicamente (aceptar en el cuerpo) todas las emociones, sobre todo las más incómodas. Si quieres leer una serie de 3 cartas que publiqué hace unos meses sobre este tema, puedes acceder a ellas aquí:
1 de 3 - Surfear emociones
2 de 3 - Emociones incómodas
3 de 3 - Abrazar la emoción
Buenos consejos 🙂
Desde hace ya años, las Navidades no alteran demasiado mi vida o mis rutinas, salvo por las reuniones familiares para las comilonas. Pero somos pocos y no nos va el jolgorio, ni los regalos y demás parafernalia, así que se sobrelleva bien.
Aparte de eso están bien las luces en las calles, los mercadillos o ir a ver los belenes que ponen en algunos sitios. Aunque solo un rato, que tampoco soy amigo de las aglomeraciones. El problema es que, hoy en día, las Navidades empiezan un mes antes y, para cuando llegan las fechas en sí, ya está uno más que cansado.
Como bien dices, intento disfrutar de algunas cosas buenas y no hacer mucho caso al resto.
¡Llévalas lo mejor que puedas, Clara!
Un saludo.
Adhiero completamente a todos los consejos. Sirven para cualquier momento del año 😉